martes, 1 de marzo de 2011

Historia de una foto

Biografia d’Agustí Centelles.
Nació en Valencia. Su familia se trasladó a Barcelona cuando Centelles tenía un año de edad. Entró a trabajar como aprendiz en 1924 en el taller fotográfico de Ramón Baños donde aprendió la técnica del retrato. Unos años más tarde se convirtió en ayudante de Josep Badosa quien le introdujo en el fotoperiodismo. En 1934 se independizó y colaboró en periódicos como La Publicitat, Diari de Barcelona, Última hora o La Vanguardia.
Al iniciarse la Guerra civil fue destinado al frente de Aragón y se dedicó a realizar reportajes sobre las tropas en el frente. Realizó reportajes sobre la conquista de Teruel y sobre la batalla de Belchite. Fue también colaborador del Comisariado de propaganda de la Generalidad de Cataluña y fue el encargado del archivo del ejército de Cataluña en Barcelona.
En 1939 se autoexilió a Francia y se llevó consigo los negativos de aquellas imágenes que consideraba más relevantes. Las tropas franquistas requisaron el resto de los negativos que aún se encontraban en su domicilio y que, posteriormente, se trasladaron al Archivo de Salamanca.
Estuvo preso en diversos campos de concentración donde consiguió salvar sus negativos así como las cámaras fotográficas que se había llevado consigo. Consiguió incluso establecer un pequeño laboratorio fotográfico en el campo de Bram , cercano a Carcasona, gracias a que poseía un carné de periodista expedido por las autoridades francesas.Fotografiando la penosa vida de los recluidos en estos campos de concentracion de bram.
En 1939 consiguió un permiso especial para abandonar temporalmente el campo de concentración y trabajar en la vendimia. Cuando consiguió trabajo en un estudio fotográfico el permiso se convirtió en definitivo. En 1942 entró en contacto con la resistencia francesa con la que empezó a colaborar realizando fotografías para identificaciones falsas.
Algunos de los miembros del grupo de la resistencia fueron detenidos en 1944 y el laboratorio fotográfico fue desmantelado. Centelles dejó sus negativos en una buhardilla de Carcasona perteneciente a la familia que lo había acogido durante su exilio. Hizo esto porque entendía que no podía volver a su país con un material que, de ser requisado, podía comprometer a las personas que aparecían en las fotografías ante las autoridades franquistas. Tras ello, regresó a Cataluña, entrando por la frontera andorrana, y se instaló en Reus en donde residió de forma clandestina durante dos años.
En 1946 regresó a Barcelona y se presentó ante las autoridades. Fue juzgado y quedó en libertad condicional.
Su pasado político le impidió dedicarse de nuevo al fotoperiodismo por lo que se decantó por la fotografía industrial y publicitaria, realizando encargos para productos como Chupa Chups y Anís del Mono.
En 1976 se trasladó de nuevo a Francia para recuperar los negativos que había dejado durante su exilio. Las imágenes volvieron a exponerse y Centelles se convirtió en un símbolo de los fotoperiodistas de guerra. En 1984, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Fotografía.
En la actualidad sus hijos, Sergi y Octavi, se dedican a dar a conocer la obra de su padre Agustí.
Descripcio de la seguent imatge:



 
Corría el año 1936 y en España se desataba una guerra que cambiaría el rumbo de muchos españoles. Alfonso, hijo de buena familia y trabajadora se unió a las tropas del Generalísimo Franco para defender la tierra donde quería que crecieran sus hijos, una tierra a la que amaba y unos principios a los que era fiel. Orgulloso de su labor emprendió su camino y se despidió de su madre a quien le prometió volver, dandole un beso en la mejilla le dijo “ madre, no temas por mi, mi deber como hijo es protegerte, mi deber como hombre defender la patria” .
Tras un largo y duro periodo de hambre, frió y sangre, Alfonso y su compañeros celebraban su victoria, era hora de volver con los suyos y vivir en aquella paz por la que había luchado.
Pero al volver a casa no encontró a su madre, la gente del pueblo le dijo que se la llevaron las tropas franquistas por que la sorprendieron cuando calmaba la sed de un niño que recogió en la calle, estaba perdido y asustado, pero pertenecía a una familia poderosa que apollaba a la República. Aquella mujer solo sintió pena, pero sin derechos que puedieran ampararla no la creyeron, y pensaron que formaba parte de aquellos a quien llamaban “los rojos”. Fue detenida y fusilada.

       Marcelo Fernandez Recatala

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